En América Latina las ciudades y metrópolis con mucha densidad poblacional y desigualdades estructurales, plantean para sus ciudadanos obstáculos para la accesibilidad y movilidad. A esto se suma una tercer característica o factor en algunas ciudades que aumenta el impacto de las dos variables anteriores: una topografía irregular y altura (montañas, cerros, valles). El Banco Interamericano de Desarrollo -ver link- destaca la importancia del desarrollo de cables aéreos integrados al transporte masivo y al mejoramiento sustancial de la infraestructura peatonal.
El primer sistema de la región fue implementado en la ciudad de Medellín en 2004. Actualmente hay en funcionamiento un total de 9 cables aéreos más. En las ciudades de Bogotá, Manizales, Cali y Pereira (en Colombia); Caracas y Mérida (en Venezuela); en La Paz-El Alto (Bolivia); Rio de Janeiro (en Brasil); Ecatepec de Morelos (en México). Y están en la fase de obra en Guayaquil y Ciudad de México.
Algunos indicadores que muestran una evolución positiva en la implementación de los sistemas de cables aéreos son: integración de la ciudad; reducción de tiempos de traslado; ampliación posibilidades de acceso a servicios poblaciones más vulnerables y alejadas; reducción impactos ambientales.
Los cables aéreos se han convertido en una alternativa de movilidad sostenible y accesibilidad para miles de ciudadanos. Hay que pensar en diferentes políticas, que respondan a la reducción de las desigualdades desde los sistemas de transporte urbano, mediante la participación comunitaria y la cooperación público-privada.