EL DERECHO A LA MOVILIDAD EN LAS CIUDADES

La cuestión de la movilidad es un asunto que hace unos años es preocupación en la mayoría de las Ciudades. ¿Cómo nos estamos moviendo en nuestras Ciudades? ¿Qué desafíos debemos enfrentar de inmediato? En América Latina y el Caribe, el sector transporte (vehículos privados, vehículos comerciales y transporte público) es responsable de 32.4% de las emisiones de gases efecto invernadero. Eso corresponde al 13% de las emisiones GEI totales de la región y constituye la fuente más importante de emisiones en comparación con otros sectores. Asimismo, la elevada desigualdad que caracteriza la distribución de los ingresos y patrimonio contribuye a ciudades segregadas que generan altas disparidades tanto en la calidad de la movilidad como en los tiempos de viaje. Problemas de calidad en el transporte público generan más tiempo de viaje, elevan los costos de operación. Un sistema de movilidad urbana y gestión del tránsito deficiente tiene efectos negativos e impactan en la seguridad vial, y en los usuarios de poblaciones más vulnerables. Nuestra región tiene una tasa muy alta de accidentes viales, y muertes cada 100.000 habitantes.

Muchas ciudades y expertos vienen desarrollando estrategias en lo que se llama la movilidad sustentable. Pero en términos reales, qué significa esto. En primer lugar un sistema de movilidad que prioriza cuatro ejes: reducción de la contaminación, prevención de accidentes viales, distribución más equilibrada de la circulación, motivación a usos más saludables y reducción de costos. Han surgido enfoques (desde los Laboratorios de Ciudades y los Centros de Investigación Urbana) y algunas iniciativas (desde Municipios y Alcaldías) que son importantes traducir en gestión y acción concreta desde los Gobiernos Locales:

(1) Políticas de fortalecimiento del transporte público, mediante la promoción e impulso desde el sector público de gestión propia de los Municipios o incentivos al sector privado. Y principalmente, con redes de punto a punto que interconecten diferentes modos de transporte público (trenes, metros/subtes, buses, tranvías), reduzcan los tiempos de viaje para los ciudadanos y tengan bajos índices de emisión (vehículos eléctricos).
(2) Prioridad peatón. En muchas ciudades se debe dar importancia central al peatón, en especial en aquellas donde las tasas de accidentes viales han sido muy altas los últimos 10 años. Por eso algunas acciones son, el desarrollo de programas de a la movilidad a pie, y fomentando el caminar como un medio saludable para desplazarse en trayectos cortos. Estas estrategias se complementan con mejoramiento de los espacios de tránsito peatonal, vías seguras (especialmente para niños y niñas); y políticas estrictas de seguridad vial.
(3) Usos de medios de movilidad alternativos. En la mayoría de las ciudades que están catalogadas entre aquellas que han elevado sus estándares de sostenibilidad en términos de movilidad, han introducido la bicicleta y el monopatín (entre otro). Son medios más ecológicos (desde el punto de vista urbanístico, ambiental y salud). Pero requieren que los Gobiernos Locales desarrollen y prioricen vías exclusivas e interconectadas, complementadas con servicios gratuitos o de alquiler para aumentar la accesibilidad.

(4) Desde Urbam – Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Colombia) han introducido una visión de la Ciudad 8:80, particularmente aplicable a las políticas de movilidad sustentable. Un sistema de transporte integral debe considerar todas las franjas etarias, y debe incluir tanto medios como espacios de movilidad que se adecuen y sean accesibles para niños de 8 años como para adultos mayores de 80.
(5) En muchas megalópolis y en ciudades con centros urbanos de alta densidad de circulación diaria se debe pensar en zonas de reducción de impacto de la movilidad. Para ello hay tres líneas de acción que pueden fomentar este objetivo: reducción de las zonas de circulación, reducción de la velocidad en más calles y arterias, e intersecciones seguras.
(6) Muchas Ciudades de Latinoamérica tienen distribuciones geográficas de la población marcadamente desiguales. Un Municipio o Alcaldía para romper estas brechas y reducir las asimetrías debe diseñar y desarrollar nuevos medios alternativos (cables aéreos, metrobuses) que conecten los barrios más vulnerables, con menos acceso, con mayores costes y más tiempo en distancia a los centros urbanos.
(7) Movilidad inteligente. El elemento transporte y movilidad es fundamental en los diseños y objetivos de las Ciudades Inteligentes. Por eso es fundamental tener un sistema de datos abiertos y participativos para evaluar, medir y monitorear los flujos de movilidad de las personas, la densidad de esa movilidad, la satisfacción de los usuarios, la geolocalización de las zonas no integradas y la eficiencia del sistema de movilidad integral.

Repensando la movilidad sustentable, desde realidades diversas, debemos incorporar dos conceptos complementarios: movilidad integrada y movilidad accesible. En definitiva, debemos gestionar ciudades en red, ciudades enfocadas en las personas a la hora de diseñar las políticas de movilidad. Debemos entender la movilidad como un derecho humano en las ciudades. Siempre debemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Por qué/para qué se mueven las personas en una Ciudad? ¿A dónde se mueven las personas en una Ciudad? ¿Tenemos un sistema adecuado a nuestros ciudadanos? ¿Estamos facilitando a nuestros ciudadanos –en tiempos y costos- la movilidad? ¿Un ciudadano puede trasladarse sin inconvenientes o falta de medios de un punto de la Ciudad a otro?