CIUDADES QUE AVANZAN HACIA LA ECONOMÍA CIRCULAR

Habitualmente las políticas de economía circular se aplican al tratamiento de los residuos urbanos -plásticos, metales, textiles, etc.- (1). Sin embargo, se puede adaptar la economía circular, incorporando ciencia del comportamiento, a otras áreas sensibles en cuanto uso de recursos o minimización de impactos negativos en la población y el ambiente: (2) Agua; (3) Electricidad; (4) Alimentos.

¿Qué es economía circular?

Las ciudades son responsables del consumo de 75% de los recursos naturales, 66% de la energía producida y 54% de los materiales del mundo, y se espera que para 2050 consuman el 80% de los alimentos disponibles. Adicionalmente, las ciudades emiten entre el 50% y el 80% de los gases de efecto invernadero globales y generan la mitad de los residuos sólidos del planeta. América Latina y el Caribe no escapa a esta tendencia: en la región con la más rápida urbanización del planeta, las ciudades generan 160 millones de toneladas de desechos sólidos al año, de los cuales únicamente se recicla alrededor de 3%.

La economía circular busca desvincular gradualmente la generación de valor del consumo de recursos finitos. Esto implica mantener materiales en circulación de manera indefinida, obteniendo el mayor valor posible antes y después de su desecho. La economía circular contempla el uso de diseños y tecnologías que minimicen la generación de desperdicios durante la producción de un bien o la provisión de un servicio. Además, invita a repensar procesos productivos para incorporar materiales de desecho y reciclados como insumos para nuevos productos. Así, los modelos circulares favorecen el mantenimiento de activos en lugar de su reemplazo, y priorizan el uso sostenible de recursos; por ejemplo, a través de la transición hacia energías renovables o la adopción de esquemas de compensación ambiental.

Al promover la circulación de materiales y  la racionalidad en el uso de los recursos, a través de procesos productivos circulares, disminuiría la carga sobre los sistemas urbanos. De esta manera, se liberarían recursos que los gobiernos locales podrían dedicar a la provisión de otros bienes y servicios estratégicos para el desarrollo de sus ciudades.

¿Qué es ciencia del comportamiento?

Básicamente es el análisis de cómo tomamos decisiones y como eso afecta la política pública. Es más complejo que solo pensar en términos de racionalidad, y costo-beneficio. Incluye observar como pensamos, como reaccionamos emocionalmente, cuales son las motivaciones, como interactuamos con otros, nuestras creencias. También hay algunos factores del ambiente que influyen. A partir de allí los ciudadanos toman determinadas decisiones.

El objetivo de aplicar ciencia del comportamiento a las políticas públicas, a través de la teoría de la decisión y la comunicación, es cambiar pequeñas cosas en el contexto de una política específica, que luego puedan ser altamente escalables.

Políticas públicas para el abordaje economía circular + ciencia del comportamiento

Residuos. La gestión del sistema de residuos sólidos urbanos es generalmente una de las mayores preocupaciones de las Ciudades y Municipios. Son múltiples los actores producen residuos y que impactan en la cadena de gestión. La combinación de políticas de economía circular, tecnología e implementación de conductas responsables pueden reducir significativamente la acumulación de residuos y sus impactos ambientales, en el suelo y la salud. Pudiendo a su vez, generar recursos complementarios a partir de los reciclables que pueden aplicarse a producción de bienes, obra pública o comercialización.

Electricidad. Hay dos factores determinantes en la gestión de este recurso: la falta acceso a la electricidad y el uso excesivo de la misma en contextos urbanos. En el primer caso, estamos ante una situación de extrema fragilidad social. La electricidad tiene dos funciones sociales: conectividad y seguridad. Por otra parte el uso excesivo y no consciente de luz aumenta los efectos nocivos del ambiente y también como contrapunto aumentan los costos (tarifas) del servicio. Las acciones deben estar enfocadas en tres líneas: alumbrado público, oficinas públicas, usuarios domésticos.

Agua. El acceso al agua es un derecho humano fundamental. En muchas ciudades y metrópolis en una problemática crítica en términos de pobreza estructural. La circulación del agua tiene múltiples usos: domésticos, provisión de servicios públicos, rurales, industriales, salud e higiene. En muchas Ciudades y Municipios el uso del agua genera múltiples situaciones de escasez . Por otro lado, no hay conciencia sobre la importancia de racionalizar el uso del agua. Por eso las políticas deben estar orientadas en tres direcciones: provisión de agua; recolección y reutilización de agua para múltiples usos; racionalización del uso del agua.

Alimentos. La producción, comercialización y consumo de alimentos cada vez más es una problemática mundial. El foco de la economía circular en las ciudades debe estar puesto en dos cuestiones: el consumo racional y saludable de alimentos; y el manejo de los desechos, y su redistribución fuera del sistema de residuos. Educar a la población sobre consumo responsable y saludable, implica generar hábitos en los ciudadanos en diferentes niveles (hogar, comercios, escuelas, otras instituciones). Por otro lado, la detección temprana de desechos de alimentos y su redistribución a instituciones que trabajan en zonas vulnerables con inseguridad alimentaria, ayuda en dos planos: reduce acumulación de residuos; responde a necesidades básicas insatisfechas.

Esta intersección entre economía circular y ciencia del comportamiento nos abre unos interrogantes. ¿Qué estamos haciendo para que nuestra economía urbana se transforme en un sistema que beneficia el ambiente donde vivimos y nuestra calidad de vida? ¿Estamos impulsando estrategias de economía circular que permitan lograr beneficios económicos, reestructuración y ampliación de producción de industrias existentes y generación de nuevos empleos? En el contexto de los efectos del cambio climático y de las recesiones cíclicas de nuestras economías, es un camino recomendable para muchas ciudades hacerse estas preguntas.

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