¿CÓMO LOGRAR CIUDADES RESILIENTES EN CONTEXTO RIESGO FRECUENTE?

Las ciudades cada vez más estarán expuestas a crisis extremas que requerirán de una gestión inteligente y resiliente de sus líderes. Para eso es necesario que los Gobiernos Locales cuenten con capacidades y herramientas para manejar las conflictividades producto de amenazas a la propia dinámica urbana y a la calidad de vida de sus ciudadanos.

Hay cuatro factores disruptivos a los que se deben enfrentar las ciudades que aumentan las dificultades y niveles de riesgo. (1) Se multiplican las eventos producto de la degradación ambiental – inundaciones, terremotos, sequias, cambios climáticos repentinos, contaminación del aire/agua, destrucción de los ecosistemas periféricos-; (2) pandemias y otras enfermedades que afecten a un alto porcentaje de la población urbana; (3) escalada violencia extrema y toma de territorios de la ciudad por células del crimen organizado; (4) desigualdades severas y asimetrías geográficas y económicas exponenciales entre grupos poblacionales.

Al momento de generar respuestas a estas multi-amenazas que permitan la recuperación, restauración y regeneración urbana, surge una pregunta: ¿Cómo generar capacidades en la ciudad para la resiliencia? Vamos a ensayar algunas alternativas para la prevención, manejo y gestión de la crisis. Podríamos dividirlas en tres capacidades de resiliencia urbana y algunas herramientas posibles que pueden implementar los Gobiernos Locales.

Generación de datos y aprendizaje –foco en el conocimiento, reconocimiento y anticipación-. Los sistemas de alerta temprana son mecanismos de recopilación de datos en tiempo real que se clasifican en base a una escala de riesgo sobre una determinada situación que puede significar una amenaza o conflicto. Las políticas de datos abiertos –vinculada generalmente al concepto de ciudades inteligentes- tiene la ventaja de acumular información para su posterior análisis y toma de decisiones. Una herramienta complementaria es la geolocalización de potenciales amenazas, a partir de esos mapas generados por los datos y estadísticas poder visualizar las zonas de mayor exposición. Y por último el desarrollo Laboratorios de Ciudades o Laboratorios Urbanos, un lugar de exploración para pensar estrategias y tácticas donde confluyen de academia/investigación, ciudadanía y gobierno.

Construcción de infraestructura de respuesta –foco en la “arquitectura” urbana-. Es fundamental que quienes gestionan las ciudades hagan una evaluación del estado de su ordenamiento territorial, y repiensen, en función de los factores ya mencionados, una planificación urbana que gradualmente se adecue a los nuevos escentarios. Para ello, se pensarán dos tipos de acciones: mitigación de riesgos (todo aquello que disminuya el daño de las amenazas enumeradas) e Infraestructura vital (desde construcciones, sistemas o instituciones que permitan respuestas de anticipación a las amenazas).

Acción colectiva –foco en las personas-. Quienes gobiernan, junto a organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación, deben aumentar los niveles de conciencia pública frente a las amenazas a las que están expuestas las ciudades. Vemos cuatro líneas de trabajo para lograr este objetivo: comunicación efectiva y multiformas para llegar a todas los barrios y grupos de población; la participación ciudadana, es decir el involucramiento de los vecinos en los procesos de respuesta a las amenazas (la sabiduría social y comunitaria); mecanismos de reconstrucción comunitaria rápida, efectiva y contenedora/empática. La priorización de los espacios públicos como lugares de encuentro y cohesión social frente a los contextos de riesgo a los que se enfrenta un barrio, vecindario o comunidad.

Quienes piensan y gobiernan las ciudades, deben asumir que el futuro va a estar enmarcado por estas crisis permanentes, y que su principal desafío será tener la capacidad de recomponerse y transmitir a los ciudadanos de que eso es posible.