¿CIUDADES QUE SE ADAPTAN O CIUDADES QUE COLAPSAN?

Actualmente el 55% de las personas en el mundo vive en ciudades. Según informes de ONU Hábitat se estima que esta proporción aumentará un 13% de cara a 2050. América Latina y el Caribe es la región más urbanizada, con cerca del 80% de su población viviendo en ciudades, porcentaje que seguirá creciendo hasta alcanzar el 89% en 2050. Ese proceso de urbanización en nuestra región tiene una problemática puntual: los diferentes impactos en cuanto al uso del suelo, el acceso a servicios, la contaminación, el acceso a vivienda adecuada, la convivencia urbana y los niveles de inseguridad. Hay dos niveles de ciudades que debemos considerar en función de estos impactos.

Las áreas metropolitanas, que son 12 con más de 5.000.000 de habitantes (Zona Metropolitana del Valle de México; Región Metropolitana de Sao Paulo; Gran Buenos Aires; Región Metropolitana de Rio de Janeiro; Lima Metropolitana; Área Metropolitana de Bogotá; Región Metropolitana de Santiago; Región Metropolitana de Belo Horizonte; Gran Caracas; Zona Metropolitana de Guadalajara; Área Metropolitana de Maracaibo; Área Metropolitana de Guatemala).
Las ciudades emergentes. Hay 242 ciudades, con menos de 1.000.000 de personas, creciendo a tasas mayores que los países en los que ellas se encuentran. Las proyecciones indican que, para el 2050, 184 de estas ciudades estarán entre 1 y 5 millones de habitantes.

LA TRANSFORMACIÓN DE LOS NÚCLEOS URBANOS

La combinación de crecimiento poblacional y algunos desafíos –déficit habitacional y de vivienda adecuada, falta de espacios públicos accesibles/integrados, deterioro de los centros urbanos- van a requerir que los Gobiernos Locales, junto a la comunidad y el sector privado, diseñen y planifiquen transformaciones en los núcleos urbanos. Para ello hay seis aspectos básicos que requieren de un análisis y evaluación previa: disponibilidad de espacio y suelo; ubicación; estructuras habitacionales; acceso a servicios básicos y complementarios; recursos financieros del Estado y económicos de los ciudadanos; y capacidades comunitarias.

Aquí enunciamos tres aspectos centrales a la hora de pensar desde los Municipios y/o Alcaldías en políticas públicas de adaptación de la ciudad a esta expansión:

La revitalización de centros urbanos. Muchos centros o cascos urbanos en las ciudades se han transformado en “ciudades invadidas”-“ciudades abandonadas”. El exceso de concentración vehicular y conglomeración humana durante muchas horas del día, provoca la emigración de muchas familias hacia las urbanizaciones periféricas. Este proceso particular de masividad temporal, ha saturado la capacidad del centro o casco urbano. Por otra parte, en algunas ciudades de tamaños medios este proceso ha generado dos efectos: la permanencia en este lugar de la ciudad de familias de menor poder adquisitivo y de los adultos mayores; y por otro lado el decaimiento de actividades, del comercio o la desaparición de la vida en la calle. Algunas de las alternativas de recuperación están dadas por la implementación de la peatonalización de calles, la mejora o recuperación de las plazas, la movilidad en bicicleta, la recuperación de edificios y su puesta en valor, un diseño urbano que promueva el encuentro ciudadano y la promoción de políticas que mejoren la calidad de vida de los vecinos que viven en el centro o casco urbano.


El acceso a vivienda adecuada. Hay un 6% de falta de vivienda en áreas urbanas en América Latina y el Caribe, y un 94% que no tienen buena la calidad de vivienda. Parte de los latinoamericanos y caribeños carecen de servicios básicos de agua (9%), saneamiento, (15%), y electricidad (4%); viven hacinados (6%), sobre suelos de tierra (6%) o con paredes y techos pobres (5%). Los países vienen reduciendo significativamente su déficit cuantitativo de vivienda. Sin embargo, persiste el problema de la baja calidad y resiliencia de las construcciones. Según el Banco Mundial, dos de cada tres familias que tienen un problema de vivienda en América Latina necesitan una mejor en sus condiciones habitacionales. Por otro lado, existen situaciones de aglomeración o alta densidad habitacional que saturan la capacidad de las Ciudades, amplificando las desigualdades y asimetrías. Estas realidades requieren de políticas que avancen en cuatro pasos: un censo habitacional segmentado y/o focalizado por barrios; la evaluación del estado edilicio y de servicios en los espacios detectados como críticos; un proceso participativo con la comunidad para pensar el proceso de mejoramientos habitacional, la construcción de nuevas viviendas en lugares aledaños o la reubicación; la gestión escalonada del proyecto habitacional según los criterios anteriores.

La reconfiguración y ampliación del espacio público. Hay dos componentes vitales cuando pensamos en el espacio común en las ciudades: espacios verdes, y espacios sociales (comunitarios y de esparcimiento). Estos espacios mejoran significativamente la calidad de vida de los ciudadanos. Pero, ¿sobre qué estándares podemos establecer que una ciudad es sostenible desde lo espacial? En cuanto a los espacios verdes hay una aproximación recomendable que oscila entre un mínimo de 9m2 y un promedio máximo de 50m2. Tomando estos valores de referencia, las ciudades de América Latina se encuentran muy por debajo de estos números. Por otro lado, en muchas Ciudades hay problemas de fragmentación espacial y segregación producto de las profundas desigualdades y asimetrías. Por eso es vital avanzar en procesos de regeneración urbana. La conformación de nuevos núcleos, a partir de espacios ya existentes pero que están vacios, en desuso o son espacios fracasados. Los espacios públicos son puntos de encuentro y convivencia, donde los ciudadanos encuentran de diferentes modos y actividades desplegar sus necesidades de participación en la vida pública.

El desafío entonces es salir de la emergencia de ciudades colapsadas, e intervenir para construir ciudades más adaptadas y sostenibles. Y esto requiere de la confluencia de decisión política, diseño y desarrollo urbano, gestión participativa y adecuación de recursos.